jueves, 5 de noviembre de 2015

Junto a la cama, dos vasos vacíos de whisky
se preguntan qué será ahora de mí
nada
no soy la abandonada.
Desposeída del velo de la embriaguez
cada uno de mis sentidos recuerda.
Yo no olvido,
escucho los susurros, la música y el tamborileo de un par de manos
que asieron mi cintura.
No, no soy la despojada.
Soy la incrédula de la montaña rusa
de cuya cima dejé caer mi cuerpo con los ojos cerrados
abandonada al vértigo y al éxtasis.
Después, mi voz sabe despedirse,

y dice adiós, hasta mañana.

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