martes, 14 de septiembre de 2010

Corto.

Nadie supo qué pasó en febrero,
-sólo se saben los chismes funerarios sobre aquel amor-
cuando ella sonreía al espejo y todo parecía en calma.
Ahora la incertidumbre no la deja dormir.
Ella escampa su martirio.
Poco sabe, pero intenta entender:
-después de todo el entendimiento es gratuito-
lo que pasó corriendo entre sus piernas es el recuerdo.
Valen más cuatro años, que su entierro,
siempre han valido más. Valen más que el espejo
donde se ha visto desde siempre.

martes, 17 de agosto de 2010

Crónica de un primer encuentro

Durante mucho tiempo han existido seres atemporales, personas con escasa posibilidad de pasar inadvertidos en el mundo. Colorean su vida con un caleidoscopio, y ríen, y juegan, y saltan aún en la más densa oscuridad.
No son seres de luz, de fuego, de agua o de tierra, son seres de aire, prendidos de la mítica construcción del mundo de realidades –esas realidades complejas, subjetivas e individuales- (como suspendidos entre sus sueños y los de otros).
Suspendido en el tiempo, son fantasmas. Ella era una. Manejaba su imaginación con manos suaves, blancas, de dedos finos, tan finos. Viajaba con sintetizadores por melodías de todos los mundos (ella congenia con la música, como si se moviera al ritmo de un compás, de un moderno soundtrack progresivo).
La vi fumándose un cigarrillo y enviando algún mensaje a alguien a la distancia, miraba tras los cristales negros (muy negros) de lentes que la rodeaba de su misteriosa personalidad. Como ella antes había conocido a alguien, pero su presencia borró el recuerdo por completo.
--------- Mientras las nubes de una mañana de invierno despejaban
Ella se mantenía ajena, al mundo, permitiéndose salir y entrar en él a su antojo; suspendida, dije, entre el suyo y el nuestro, ella no piensa como todos, ella no sueña como todos, ella no necesita como todos, ella no ama como todos… Ella es libre, se ata cuando quiere
--------- Se ata a la mañana que despeja nubes en invierno
Es uno de esos seres que no delimitan la púrpura noche y el día celeste. Suspendida, eternamente suspendida, en dos de sus segundos extiende el tiempo, ociosa ella contempla miles de mundos en una pantalla y creadora, tan creativa, los reordena para darles sentido.
---------------------------------------------------------- Ella quiere ser libre
Estos seres pretenden huir mediante el humo de un cigarro de marca gringa, más ellos se limitan, al hogar, a los padres que bien o mal ahí permanecen; al amor bajo cualquier figura con el que jamás pueden ser egoístas. Ella es libre como el canario de Alejandra (referencia culta sin necesidad de aclaración).
-------------------- Al caer por fin la mañana, fuera de nubes, de algodones grises
Ella recargada en la baranda de aquel edificio en el que aguardaba (como, insisto, siempre aguardan seres como ella) no nota la presencia de una observadora, nerviosa al ver que se inclina demasiado sobre la baranda… ella está como ausente, o simplemente, no ha terminado de llegar.

viernes, 23 de abril de 2010

De regreso

Ah.. estuve fuera un buen tiempo. Trabajo y cosas. Pero si no se les ha olvidado aún, traigo la segunda parte de "Será" próximamente.
Aprovechar el día y no babear demasiado a Liv Tyler en su comercial de ese perfume...
:)

Burbuja

Había una vez una burbuja de jabón que nació del aliento de un niño y un aro de alambre. La burbuja estaba suspendida sobre dos mujeres enamoradas la una de la otra, sin importarles demasiado los contratiempos de la, cada vez menos, inusual situación.
La burbuja flotaba sobre ellas en el malecón. De una de las mujeres tomó la idea de regresar al mar para ser libre y feliz. Así lo hizo.
Mientras las dos mujeres se amaron, la burbuja, ahora espuma, viajó a muchos lugares, entre tormentas, cruceros, delfines, tiburones; siempre segura de que su destino en la corriente marina era el correcto y que no importaba mucho lo que vendría al día siguiente, pues daba miedo. La burbuja tenía miedo de desaparecer, de encontrarse con un monstruo, de secarse bajo el sol y convertirse en sal. Pero sobrevivió y viajó y viajó sin preocuparse por lo que hacían aquellas amantes, hasta que un día se topó con una de ellas, que sonreía.
Por poco no la reconoce, pues no la recordaba sola; se veía diferente, un poco más grande, un poco más morena, con el cabello mucho más largo; pero ahí estaba con su sonrisa y sola.
La burbuja pensó en su destino y se vió a sí misma convertida en espuma y pensó en el cambio, en que las personas y las burbujas cambiamos, pero ella, aún convertida en otra cosa, en su mente y en su corazón era redonda y flotaba, también a la deriva, pero en el aire y no en el agua.